
Arquitectura tradicional
mallorquina
En nuestra visita a la isla, y principalmente si nos alejamos de las tres principales ciudades de Mallorca: Palma, Manacor e Inca; podremos apreciar y entender como era y es el estilo arquitectónico propio de los isleños. Esto será aún más patente en las fincas señoriales repartidas por toda la isla, lo que es conocido por los isleños como una possessió, con algunas representantes
que datan de varios siglos atrás.
Lo primero de todo, destacar que hasta hace relativamente un siglo, un condicionante de la vida de los mallorquines era el aislamiento geográfico. Antaño, la única manera de entrar o salir de la isla era mediante barco, y como es de suponer, estas embarcaciones no eran tan seguras como las actuales. A esto, hay que añadir las distancias entre la islas y la Península, estando las poblaciones más cercanas de la península a 200 km de Mallorca, lo que hacía que traer materiales desde el continente una actividad peligrosa debido a las fuerzas de la naturaleza y los ataques de los piratas.
Este factor provocaba encarecimientos considerables en el precio de las mercancías llegadas desde el continente, incluyendo materiales de construcción muy utilizados en diferentes partes de la península, como la pizarra o el granito.
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Por ende, en el estilo tradicional mallorquín destacarán tres tipos de materiales: la calcita, el marés y el fango. La calcita será más propia de las zonas montañosas de la isla, principalmente la Sierra de Tramuntana. El marés, por otro lado, destacará en las zonas costeras y en la zona del Levante y el Migjorn. El fango, por su parte, será más destacable en la formación de los tejados, y será especialmente útil en la región interior de la isla, conocida como Raiguer.
Estilos de fachada
Zona Tramuntana de Mallorca
La Sierra de Tramuntana es una formación geológica formada por la roca principal que compone la isla: la roca calcárea. Posee dos variantes: la calcita, de color blanquecino; y la dolomita, de color más oscuro. Dado que en esta región dicho mineral es muy abundante, será el que conformará la
arquitectura de gran parte de las construcciones tradicionales de esta región de la isla. De hecho, pueblos tan emblemáticos como Valldemossa, Deià o Fornalutx actúan como verdaderos ejemplos de este estilo arquitectónico.
Las fachadas de estas construcciones se encuentran totalmente revestidas por piedra calcárea, que pueden ser de tamaño uniforme o heterogéneo, si bien destacará la forma redondeada de las piedras que lo conforman. Al ser una roca relativamente fácil de pulir y trabajar, las caras expuestas presentarán una forma bastante tallada. Las juntas entre rocas son bastante anchas, debido a que facilitaba la deposición del cemento para adherir la roca a la base de la fachada. Además, es frecuente que se complemente este estilo con la adición de plantas trepadoras, principalmente la hiedra que aportan un toque aún más rústico.
Otro elemento muy destacable de este tipo de edificaciones es el arco que sostiene las puertas y los ventanales. Sus jambas y el dintel que lo conforman están conformados por piedra más pulida que daba a entender que ahí estaba el acceso a la misma. Sin embargo, las dovelas (las regiones curvas del arco), se conformaban de marés, dado que la estructura laminar de la roca calcárea dificultaba su tallado, mientras que la estructura granular del marés era mucho más sencilla de manejar.
En el caso de las fincas señoriales, este estilo arquitectónico se conjuntaba frecuentemente con muros hechos mediante otra técnica tradicional mallorquina: la piedra en seco (o pedra en sec en mallorquín), y en ocasiones se acompañaba por pisos de marjades. Un ejemplo en el que podemos encontrar este conjunto es en las fincas señoriales de Son Marroig, en Deià; o en Raixa, en Bunyola.
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Zona Migjorn de Mallorca
En esta zona de la isla, el recurso más abundante será el marés proveniente de las canteras. Al ser un material granulado, podrá utilizarse tanto en forma de bloques como para la elaboración de cementos. El estilo tradicional se basaba en bloques de marés, más o menos pulidos dependiendo del propietario. En las épocas más modernas es más frecuente su conversión en cemento, un
formato más barato y manejable que el bloque, si bien existen edificaciones modernas que aún se basan en el estilo de bloques. Algunos ejemplos de esto último incluyen el Ayuntamiento de Artà o la antigua estación de tren de Son Servera.
En las edificaciones pertenecientes a las clases ricas destacan los sillares (bloques) de forma rectangular, ya que estos pedazos estaban más cotizados en el mercado. Los sillares podían ser uniformes o heterogéneos dependiendo de la época, pues a partir de la Revolución Industrial los bloques pasarían a tener una forma más homogénea debido a la mecanización del trabajo. En este
caso, cada sillar era clasificado según tamaño, de tal manera que en las partes bajas aquellos sillares de mayor tamaño tenían preferencia, disminuyendo gradualmente de tamaño a medida que nos aproximábamos al tejado de la casa. En otras ocasiones, sin embargo, los propietarios recurrían al
revocado con una pequeña capa de cemento, lo que da una apariencia más alisada a la fachada, pero apreciándose la forma de los sillares que la conforman.
En cambio, en las edificaciones pertenecientes a las clases más humildes, se aprovechaban los residuos de marés que eran descartados para la construcción (usualmente los fragmentos más triangulares, aquellos excesivamente pequeños y la escoria resultante de la exploración) para la elaboración de cemento. Estas edificaciones destacaban por presentar un aspecto rugoso, pero sin las ornamentaciones aportadas por los sillares en el caso anterior.
Además, este estilo también puede apreciarse en el Centro Histórico de Palma, así como en algunos de ellos tan emblemáticos como la Lonja o la Almudaina.
Zona Raiguer de Mallorca
En el centro de la isla, que comprende las actuales comarcas de el Raiguer y el Pla de Mallorca otorgó un estilo muy singular de construcción, pues al ser zonas cuyo sector económico principal antes del boom turístico fue el sector agrario. Durante la labranza del suelo, era común que apareciesen fragmentos de roca calcárea que eran descartados por su inutilidad. Sin embargo, estos
fragmentos se convertirían en clave a la hora de realizar edificaciones en esta zona de la isla por su coste económico, los pocos conocimientos técnicos que requieren para su manejo, pues tan solo se requiere cuidar bien las esquinas y revocar las juntas con cemento; y su rápida transformación.
Este tipo de edificaciones se caracterizarán por su color rojizo característico aportado por la base de arcilla proveniente del suelo y cimentada en cemento mallorquín (provoca el aclaramiento de la arcilla), junto con la presencia parcial de pequeños fragmentos de roca calcárea a lo largo de toda la
fachada. No obstante, las esquinas de las fachadas de este tipo de casas solían realizarse con marés en lugar de con mezcla, debido a que su estructura granular era mucho menos laboriosa. Esto sucede igual con los dinteles de las puertas y las ventanas, lo que hace resaltar el color blanquecino
de éstas con el fondo rojizo de la fachada.
Ejemplos de este tipo de arquitectura lo podemos encontrar en el centro de muchos pueblos de la comarca, como Binissalem o Santa Eugènia.
Puertas y ventanas
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Por lo general, las casas mallorquinas destacan por sus ventanas pequeñas de forma rectangular.
Esto se explicaría por las altas temperaturas estivales (se pueden superar perfectamente los 30 ºC), con lo cual una disminución de la entrada de luz permitiría conservar el interior de la casa a unos 25 ºC, mucho más confortables que la temperatura exterior. Dado que los inviernos son bastante más suaves en comparación al norte de Europa, ya que salvo en los puntos altos de la Sierra de Tramuntana, las temperaturas no suelen descender de los 5 ºC; esto podía ser contrarrestado mediante el uso de chimeneas alimentadas o bien con carbón vegetal, o bien con madera, preferentemente de encina o almendro (la del pino se consume rápidamente, por lo que se requiere una adición más continua). Posteriormente, en el siglo XIX, aparecerían las persianas mallorquinas que tanto conocemos hoy día. Su estructura de rejilla cumpliría la función de regular más eficientemente el paso de la luz al interior de la casa, lo que sería clave en las horas centrales del día.
Por otro lado, las puertas estaban hechas de madera de pino u otros árboles y presentaban abundantes remaches que unían los diferentes tablones. En las casas señoriales destacarán los grandes portones de forma arqueada que indicaban que allí vivía una importante familia. En muchas ocasiones dichos portones eran condecorados con un picaporte de forma variable a modo de
ornamentación. En las casas más humildes, las puertas eran más bien sencillas y confeccionadas únicamente por un par de tablones.
Tejados
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Como sucede en otras partes del Mediterráneo, los tejados eran confeccionados con tejas fabricadas a partir de fango, pues era un material muy barato y fácilmente accesible. Sin embargo, por lo que realmente destacan los tejados mallorquines es por el poco desnivel que presentan los tejados. Esto contrasta con los tejados de las casas del norte de España o de Europa, donde los tejados presentan un desnivel mucho más pronunciado. En parte, esto se puede entender por las nevadas, ya que estas, si bien son muy abundantes en el norte de España y Europa en los meses de invierno, en el Mediterráneo suelen ser más bien escasas. En Mallorca, por la poca continentalización que presenta,
presenta un clima mucho más suavizado por el mar que provoca que las nevadas, salvo en puntos concretos de la Sierra de Tramuntana; sean más bien excepcionales, y si éstas suceden, sean de mínima importancia.
Redactado por Rubén Abellán Pérez